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FABULA DEL AGUILUCHO

  • Foto del escritor: Raquel Resines Ortiz
    Raquel Resines Ortiz
  • 2 jun 2016
  • 3 Min. de lectura

Erase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho malherido. Se lo llevo a su casa, lo curó y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a comportarse como estos.

Un día, un naturalista que pasaba por allí le preguntó al granjero:

– ¿Por qué este águila, el rey de todos los aves y pájaros, permanece encerrado en el corral con los pollos?

El granjero contestó:

– Me lo encontré malherido en el bosque, como le he dado la misma comida que a los pollos y le enseñado a ser como un pollo, no ha aprendido a volar. Se comporta como los pollos y, por tanto ya no es un águila.

El naturalista dijo:

– El tuyo me parece un bello gesto, haberle recogido y haberle curado y cuidado. Además, le has dado la oportunidad de sobrevivir y has proporcionado la compañía y el calor de los pollos de tu corral.

Sin embargo tiene, corazón de águila y con toda seguridad, se le puede enseñar a volar. ¿Qué te parece si le ponemos en situación de hacerlo?.

– No entiendo lo que me dices. Si hubiera querido volar, lo hubiese hecho. Yo no se lo he impedido.

– Es verdad, tú no se lo has impedido, pero como tú muy bien decías antes, como le enseñas tes a comportarse como los pollos, por eso no vuela. ¿Y si le enseñáramos a volar como las águilas?.

– ¿Por qué insistes tanto? Mira, se comporta como los pollos y ya no es un águila, que le vamos a hacer. Hay cosas que no se pueden cambiar.

– Es verdad que en estos últimos meses se está comportando como los pollos. Pero tengo la impresión de que te fijas demasiado en sus dificultades para volar. ¿Qué te parece si nos fijamos ahora en su corazón de águila y en sus posibilidades de volar?

– Tengo mis dudas, porque ¿qué es lo que cambia si en lugar de pensar en las dificultades, pensamos en las posibilidades?

– Me parece una buena pregunta la que me haces. Si pensamos en las dificultades, es más probable que nos conformemos con su comportamiento actual. Pero ¿no crees que si pensamos en las posibilidades de volar esto nos invita a darle oportunidades y a probar si esas posibilidades se hacen efectivas?

– Es posible

– ¿Qué te parece si probamos?

– Probemos

Animado, el naturalista al día siguiente saco al aguilucho del corral, lo cogió suavemente en brazos y lo llevo hasta una loma cercana. Le dijo:

– Tú perteneces al cielo y no a la tierra. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.

-Estas palabras persuasivas no convencieron al aguilucho. Estaba confuso y al ver desde la loma a los pollos comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos. Creyó que había perdido su capacidad de volar y tuvo miedo.

Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevo al aguilucho al tejado de la granja y le animó diciendo:

– Eres un águila. Abre las alas y vuela. Puedes hacerlo.

El aguilucho tuvo miedo de nuevo de sí mismo y de todo lo que le rodeaba. Nunca lo había contemplado desde aquella altura. Temblando, miro al naturalista y saltó una vez más hacia el corral.

Muy temprano al día siguiente el naturalista llevo al aguilucho a una elevado montaña. Una vez allí le animó diciendo:

-Eres un águila, abre las alas y vuela.

El aguilucho miró fijamente a los ojos del naturalista. Éste, impresionado por aquella mirada, le dijo en voz baja y suavemente:

– No me sorprende que tengas miedo. Es normal que lo tengas. Pero ya verás como vale la pena intentarlo. Podrás recorrer distancias enormes, jugar con el viento y conocer otros corazones de águila. Además estos días pasados, cuando saltabas pudiste comprobar qué fuerza tienen tus alas.

El aguilucho miro alrededor, abajo hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Entonces, el naturalista lo levanto hacia el sol y lo acarició suavemente. El aguilucho abrió lentamente las alas y finalmente con un grito triunfante, voló alejándose en el cielo. Había recuperado por fin sus posibilidades.

***************************

Esta fábula se emplea mucho en los ámbitos sociales, de educación y rehabilitación, pero creo que se puede extender a casi todos los ámbitos de la vida.

Se puede apreciar como nuestros pensamientos determinan nuestros comportamientos.

Cómo nuestros miedos “cortan nuestras alas”.

Nunca sabremos hasta dónde podemos llegar si no lo intentamos.

Algunas preguntas de reflexión:

¿Cómo te comportas como pollo o como aguilucho?

¿Qué hace que te comportes como tal?

Las personas con las que te relacionas ¿tienen más cosas en común con el granjero o con el naturalista?

¿Cómo quieres vivir como pollo o cómo aguilucho?

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